En un artículo publicado en una de las revistas de la Sociedad de Fisiología de EU, los investigadores advierten que puede ser un mal causado por un adenovirus.
Washington.- La obesidad puede ser un mal contagioso causado por un adenovirus y la solución del problema, que en EU ha adquirido el carácter de epidemia, estaría en el desarrollo de una vacuna, según científicos estadounidenses.
En un artículo publicado en una de las revistas de la Sociedad de Fisiología de EU, los investigadores advierten, sin embargo, que se necesitan más investigaciones.
No obstante, a los consejos que se dan a los excedidos de peso de “comer menos y hacer ejercicio” han agregado el de “lavarse las manos” para no contagiar a otras personas.
Según Leah Whigham, investigadora de la Universidad de Wisconsin, y directora del estudio divulgado por la revista “American Journal of Physiology-Regulatory, Integrative and Comparative Physiology”, existen pruebas cada vez más categóricas de que ciertos virus causan obesidad.
La investigación señaló que el adenovirus Ad-37 provoca obesidad en aves y confirma estudios anteriores que habían determinado que otros virus, Ad-36 y Ad-5, originan un aumento desmedido de peso en los animales.
La teoría de que la obesidad puede ser contagiosa, y que no es solo causada por exceso de comida y falta de ejercicios, comenzó a discutirse hace varias décadas.
Esto ocurrió cuando el investigador, Nikhil Dhuranghar, actualmente en el Centro de Investigaciones Médicas de la Universidad de Luisiana, descubrió que gallinas infectadas en la India con un adenovirus tenían más tejido graso que las aves sanas.
En su estudio, el grupo encabezado por Whigham trató de determinar qué adenovirus (además del Ad-36 y el Ad-5) estaban vinculados a la obesidad de las aves.
Los animales fueron separados en cuatro grupos y expuestos a los virus Ad-2, Ad-31 o Ad-37.
Los investigadores midieron el consumo de alimentos y vigilaron el peso durante tres semanas para terminar el experimento midiendo el contenido visceral de grasa, los lípidos y los anticuerpos virales.
Descubrieron que las aves inoculadas con Ad-37 tenían mayor grasa visceral que las infectadas con Ad-2, Ad-31 o el grupo de control, pese a que no habían comido más.
La conclusión final del estudio fue que Ad-37 es un virus humano que aumenta la adiposidad de los animales, pero no todos los adenovirus producen obesidad.
Pero Whigham insiste en que es necesario profundizar las investigaciones sobre la influencia de los adenovirus en el proceso metabólico de las personas.
“Hay gente y animales infectados que no desarrollan tejido graso.No sabemos por qué”, indica
En ese proceso, los científicos deben identificar los virus, a las personas infectadas y, en última instancia, desarrollar una vacuna.
Whigham admite que la sospecha de que los virus pudieran ser causa de la obesidad ha sido rebatida por muchos científicos.
Sin embargo, señala que existen pruebas de que hay otros factores, además de la mala dieta y la falta de ejercicio, que son importantes en la repercusión de la obesidad en EU.
La obesidad se ha duplicado en los adultos de este país en los últimos 30 años y se ha triplicado en los niños y, según los últimos estudios, alrededor del 60 por ciento de la población está por encima de peso o es obesa.
Esta situación tiene como resultado un notable aumento de las enfermedades cardiovasculares y la diabetes en la población.
“Con la excepción de las enfermedades infecciosas, no hay otro trastorno crónico que se haya propagado de forma tan rápida y los factores que producen esta epidemia no están claramente identificados”, agrega Whigham.
Según la investigadora, es más cómodo pensar que el problema del exceso de peso tenga origen en la falta de control tanto para comer como para no realizar ejercicios.
“Constituiría un enorme esfuerzo mental pensar que uno puede contagiarse con la obesidad”, según señala.
Sin embargo, agrega, hay antecedentes de otras enfermedades que se creyó que eran producto de factores ambientales y que, en última instancia, se comprobó que eran causadas por un microorganismo.
Como ejemplo, citó el caso de las úlceras que se pensó inicialmente que eran resultado del estrés y que después se comprobó que en realidad eran causadas por la bacteria H. pylori.
Fuente: El Economista
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